Microusabilidad, esos pequeños detalles que marcan la diferencia

imagen de cabecera de microusabilidad

¿Has probado a buscar en Google “errores de usabilidad”? Así, a la brava, ¡en castellano! Es curioso porque la mayoría de los resultados destacan los 10 errores más comunes, probablemente en un alarde de creatividad comunitaria o no sé, porque igual que pones 10, puedes poner 4 (ya me he encontrado alguno, se ve que no tenía mucho tiempo), 23, 112, etc.

No vamos tanto a esos errores, las tendencias de diseño, así como los themes que compras para los CMS más habituales como WordPress, Drupal, etc. te dan la apariencia, estructura y gran parte de la usabilidad general para crear sitios coherentes, bonitos, accesibles, usables; sitios donde nuestro trabajo se vende muy bien. Buscamos, el ya célebre “algo pequeñito” de Daniel Diges, ese detalle menor que llega a romperte el corazón.

El peligro del “ya está casi hecho”

Suele ocurrir que nos ponemos a construir un nuevo sitio y el 85% del trabajo lo hacemos más o menos rápido, más o menos bien, con páginas o bloques molones, tipografías agradables, iconografía resultona, hasta con imágenes de algún banco quizá gratuito que te hacen sentirte feliz.

Ese momento de conjunción, unidad y amor supremo suele ser el inicio de la crisis mundial habitual en todos los proyectos; unos y otros nos confiamos, volvemos al proyecto y valoramos qué nos queda por hacer para terminar. Ahí extraemos una lista grande de cosas pequeñitas, “menos importantes” solemos pensar, que debemos acometer para poder entregar el proyecto con un lazo. Estas cositas pendientes (¡Oh!, misterios de la naturaleza humana) están siempre asociadas a los procesos críticos para el negocio en el que se basa dicha presencia digital.

  • Los campos xx del pago con tarjeta
  • El remitente “soyunganyan@estoyprobando.com” que perdura durante todo el periodo de beta pública
  • La errata en los emails de confirmación
  • El teléfono imborrable del perfil público del cliente
  • Las no-sugerencias en una búsqueda o filtrado
  • Un amargo proceso de pago en el móvil
  • Etc.

Ocurre que cada acción de ese listado da lugar a un cambio técnico rápido, pero en muchas ocasiones “poco pulido” para el cliente.

Como las nubes negras y espesas que aparecen junto a un viento calentorro una tarde de agosto cualquiera, la crisis avisa de su llegada, el cliente empieza a percibir que su sitio no es como el de Amazon, Apple, pero tampoco sabe bien por qué, hace cosas parecidas, se comporta como dijimos, funciona bien, rápido, responde, pero no es igual, la sensación es diferente. Ese cambio de sensaciones, para nosotros, constructores, son un 10% del proyecto, para el cliente se convierte en más de un 40-50% del mismo pasando a formar parte activa del grupo de la resistencia que se organiza para encontrar estos pequeños errores “que no han salido pero seguro que están” y que cuando aparecen vienen a dejarte con el culo al aire. La crisis ha llegado y estas cosas pequeñitas son, en la mayoría de los casos, las responsables de que pases de ser Dios omnipotente a “el proveedor”.

Dios omnipotente se convierte en "El proveedor"
Dios omnipotente se convierte en «El proveedor». Foto obtenida de http://www.gratisography.com/

Microerrores de usabilidad

Si nos ponemos algo pedantes, algo usable es algo que, sea grande o pequeño:

  • El usuario se lo aprende fácil, aunque no sabe bien por qué y además lo memoriza, se le queda en el recuerdo para ser rescatado en acciones y/o contextos futuros.
  • Es eficiente para el usuario, lo aprende una vez y lo utiliza muchas más veces, en diferentes contextos, porque entiende bien cómo aplicarlo.
  • Es eficaz, ayuda al usuario, que gana tiempo y comete menos errores que antes.
  • Es satisfactorio para el usuario, el proceso transcurre, y el usuario siente que avanza.

Ahí van algunos de ellos, seguro que tú puedes ampliar la lista con otros 1.000 o 1.500 más:

  1. Comprobación de campos obligatorios en un formulario. La forma fácil es rellenar, enviar y ahí comprobar campos y devolver al usuario lo que corresponda, pero no es la mejor opción. La comprobación al vuelo ofrece un servicio mejor al usuario.
  2. Los dichosos mensajitos. “No hay resultados”, “No se han encontrado…”, “Campo obligatorio”, “Error 404”, etc. nacen de una mente muy pragmática, pero menos empática, la semántica no florece, y si no florece, el usuario se queda frío. Es habitual tener que volver a última hora de cada proyecto para cambiar muchos de estos mensajes, convertirlos en una conversación más natural con el usuario, comprendiendo y canalizando su frustración por no encontrar lo que busca o por haber errado en su elección… esta conversación suele acabar con una alternativa, un nuevo camino y así la vida de nuestro usuario pasa a ser algo mejor.
  3. Iconografía imposible de descifrar. Como no leemos (no sé en qué nos estamos convirtiendo), las webs modernas nos cuentan las cosas con fotos, vídeos y ¡con iconos!, pero la imaginación a veces vuela demasiado alto y el usuario no tiene capacidad suficiente para llegar hasta la mente de los creadores.
  4. Textos de acompañamiento que no existen, unido al punto creativo anterior. Si acompañas la iconografía de textos, hueles un poco a chaqueta de pana, por eso se tiende a reducirlos o eliminarlos. El problema viene habitualmente en que quien piensa en la chaqueta de pana, probablemente no tenga que usar ese servicio que está diseñando.
  5. Páginas para porreros, donde no hay (aparentemente) estructura, secciones, navegación, solo hay ideas, conceptos, sugerencias que se presentan y se comparten con el usuario, como los cánticos que las sirenas que le traían por la calle de la amargura a Ulises, con el fin de atraparlo en una experiencia inmersiva, según dicen. Esto puede estar bien, pero ¿siempre?, quizá no siempre tengas tiempo para fumar pitillos felices.
  6. Formatos en los campos “formateables”, la fecha es un buen ejemplo: 15/02/2015 o 02/15/2015 o 2015/02/15… qué día quieres decir entonces.
  7. Filtros imposibles que se hacen posibles, el más habitual: los filtrados de fechas sin lógica asociada (ej.: quiero contratar un servicio para el 1 de enero de 1843, ¡y me deja! porque el módulo me da la funcionalidad, pero la lógica la tengo que poner yo y de eso tengo que acordarme).
  8. Esto es un h1, h2. ¿Cuántos h1 llevas en la página y cuántos de ellos contienen y utilizan con sentido las palabras clave que más te interesa posicionar? El resto de la jerarquía de cada página está definido, ¿no? Porque como el cliente no lo suele ver… de microformatos ni hablamos, ¿no?
  9. Proceso de compra en el móvil. ¿Dónde está lo más importante?, ¿dónde están las llamadas a la acción?, ¿cuántos campos tienes que rellenar para confirmar la transacción?, de todo lo que rellenas… ¿cuántos campos podrías eliminar en móvil al menos? ¿Te saltan pop-ups o ventanas modales en el móvil cuando quieres pagar algo? Y los mensajes de error, ¿dónde los ves? ¿o no los ves? Empresas como Stripe nos han abierto un poco los ojos, pero el camino es largo.
  10. Procesos de registro/alta que engañan. “Te costará un minuto”, “email y ¡ya!”. Así nos invitan muchos de ellos a acceder, no dicen que después necesitamos completar nuestro perfil si queremos operar de algún modo, con campos infinitos, obligatorios, foto o archivos anexos… Hay cosas que al final, en un registro de un minuto, no podremos llegar a tener.
  11. Procesos en un único paso infinito, o en varios pasos sin luz, donde un copy tipo “Siguiente” o “Continuar” nos va empujando por el túnel de gusano. En general es bueno que el usuario no se lleve sorpresas, si necesita completar un proceso de alta complejo, debemos advertírselo y si va a rellenar algo en 5 tediosos pasos, también debe saberlo.
  12. ¿Has dicho pasos?, facilita la labor en lo que puedas, ¡que puedes! Permítele pararse en cualquier paso sin perder con ello el trabajo previo, no permitas que la sesión caduque sin previo aviso y ,si caduca, no permitas que el usuario pierda todo aquello que había rellenado, respondido, etc. hasta ese momento, ganarás un amigo para siempre.
  13. ¿Dónde haces clic? En el botón, en la flechita, en la cara de chico o chica, en el icono que le acompaña, dentro del campo de búsqueda… Cualquier sitio puede ser entendido por el usuario como una zona activa, si hace un clic y no pasa nada, no hay nada, ahí muere nuestro cliente potencial. Si te interesa que siga navegando, no pienses que va a aplicar la misma lógica que tú, puede querer algo y ser incapaz de interpretar que ese dibujo que te encanta es el botón clave para la conversión que persigues.

¡Uff qué susto!, pensaba que me habían salido 10, ya me veía bailando en Google con todos los resultados anteriores. ¿Qué más se te ocurre a ti?