No lo vamos a ocultar, agile y lean son nuestra inspiración y los manantiales de los que nos abastecemos.
Ahora bien, el margen que te dan para trabajar un modelo propio es muy amplio. Y nosotros lo estamos aprovechando.
Gracias a ellos hemos avanzado de forma significativa en armar y aplicar una manera propia de diseñar y construir los proyectos de negocio digital en lo que estamos participando. Los resultados son esperanzadores.
La clave: la mejora continua.
Todo lo que se piense, diseñe o haga en un proyecto online tiene que tener cómo máxima mejorar el servicio al comprador, la propuesta comercial, la manera de contarla o venderla. Buscará resultados.
Y siempre a más. Y lo que no aporte este plus… sobra. Desperdicio. Hay que deshacerse de ello cuanto antes, para que no genere distracciones ni costes, por muy pequeños que sean.
Estos son los 5 puntos que sintetizan la forma en la que nos gusta actuar:
- Trabajamos para descubrir de forma temprana lo que separa un negocio respecto a otros, y confirmar si es suficientemente diferencial como para construir una estrategia alrededor suyo.
- Si no es una realidad, pero sí una pretensión, trabajamos sobre ello e identificamos los puntos de foco que nos van a permitir acercarnos al objetivo.
- Importante ser realistas y sinceros con ello. No se puede llegar a todo, o al menos no de la misma manera y en el mismo momento. Por tanto, marcamos prioridades, dimensionamos el esfuerzo para plantear un camino viable y con sentido.
- Lo enlazamos con lo que denominamos diseño de experiencias digitales, o lo que es lo mismo, la traslación de las claves del negocio en un artefacto, una web, un interfaz que lo muestre con claridad y convicción a los potenciales clientes.
- Y a partir de ahí y en paralelo, a construir la solución tecnológica adecuada, en base a requerimientos presentes y futuros, con la tecnología flexible descrita en un post anterior (link al post del modelo tecnológico) y por personas cualificadas y comprometidas que han participado en el proceso de definición y entienden perfectamente por qué hacen lo que hacen.
A continuación podéis ver de forma gráfica como lo llevamos a concreción:
Trabajamos en Workshops y aplicamos técnicas de design thinking y dinámicas como Agile Inception (está muy bien la descripción de qué es de José Manuel Beas) para definir conjuntamente con nuestros clientes la propuesta de valor.
A partir de ahí aplicamos técnicas más conocidas como la identificación de personajes, diseñar una caja con la esencia del negocio, consensuar qué no es el proyecto… que permiten contrastar las ideas base y tomar decisiones en plazos tan cortos como un día.
El siguiente escalón se centra en identificar prioridades, incidir en el concepto hoy ya devaluado y vilipendiado de Mínimo Producto Viable (MPV) y hacerlo sin grandes dramas. Por ejemplo, con técnicas tipo Casino, con monedas de chocolate.
Toca organizar las prioridades y mostrar el plan de proyecto de forma visual.
Prototipos en pizarra. Nuestro trabajo a la hora de diseñar experiencias no tiene como fin entregar unos bonitos wireframes, sino pensar en aquellos materiales que aporten valor y sean útiles para avanzar en el proyecto y entregar con la mayor calidad posible lo que realmente es importante, el producto final.
Nos incorporamos a un círculo donde las claves son el trabajo colaborativo con nuestro cliente, la optimización del tiempo de trabajo y la validación continua del trabajo hasta la entrega del producto.
Una de nuestras máximas al trabajar de esta forma es un dicho anónimo que versa así:
Falla pronto. Falla barato
A este mensaje tan sencillo añadimos:
En el camino aprende, elimina todo lo que no aporte valor, no penalices la evolución futura del proyecto debido a decisiones tecnológicas y no pongas en riesgo la utilidad de tu proyecto para el cliente ni su experiencia.