Agile ha dado mucho confort en el día a día a nuestros equipos y clientes. Entre otras cosas nos ha permitido tener visibilidad sobre el punto en el que estamos en los proyectos y compartir la visión de nuestro trabajo entre todas las personas involucradas. Sin duda, estupendo.
Gracias a agile, los proyectos tecnológicos que desarrollamos en la compañía ya no son una tortura china para nosotros, ni por supuesto para nuestros clientes. Y este es un aspecto que el mercado valora muy positivamente y que nos está permitiendo consolidarnos y desmarcarnos del resto.
Pero existe un importante riesgo: percibo una cierta tendencia en el mundo agile a focalizarse en el corto plazo (la iteración en la que nos encontramos) y a no contar con una visión a largo plazo (cierre del proyecto o incluso siguientes iteraciones). El mensaje parece ser:
Como el proyecto va a cambiar y cambiar, vamos a tener que iterar e iterar, y en algunos casos pivotar y pivotar, no resulta práctico pensar en cómo vamos a alcanzar nuestros objetivos y llegar a la meta.
Este tipo de enfoque puede llevarnos a:
- Eludir el compromiso con una fecha que puede ser importante para el proyecto.
- Entregar un trabajo que técnicamente funciona pero de calidad muy justa porque en un momento concreto nos entran demasiadas prisas por terminar.
- Obviar los objetivos identificados en el arranque de un trabajo, que a veces suelen devaluarse debido a las circunstancias que se dan en el proceso de desarrollo.
La gestión micro y del corto es estupenda, pero al mirar más a largo plazo y a la consecución final de los objetivos las formas se hacen borrosas y alargadas: agilismo miope sin duda.
Cuidado con ello, es peligroso y fuente de conflictos y malentendidos.
Nuestra cultura debe incidir en la consecución de los objetivos marcados. Deben ser negociados para poder alcanzarlos, no para renunciar a ellos.
- Sin fechas claras resultará imposible.
- Sin un presupuesto económico con sentido, también será imposible.
- Es la esencia de nuestro negocio.
- Debemos ser excelentes en ello y tenemos que invitar a que nuestros clientes lo sean también.
Para ello, tres recomendaciones:
- Consensuar y compartir una foto fija del proyecto, aunque el camino sea sinuoso (suele serlo).
- Adquirir compromisos y entregarnos a ellos.
- Diseñar y aplicar las métricas adecuadas que nos orienten en el camino de la aportación de valor.
Juan Pablo Gonzales Soto dice:
Hola Diego, tuve la oportunidad de estar en tu presentación del Ágiles 2013 y me pareció una de las mejores, estamos acostumbrados a relacionar agilismo solamente al desarrollo y tu visión de CEO nos muestra un enfoque distinto, tal cual lo muestras en este artículo. Si bien ser ágil te ayuda a iterar y cambiar rápidamente, no se debe perder de vista los objetivos del proyecto (sobre todo del negocio), ya que estos son los que marcaran la pauta para la priorización del backlog y por ende la de las iteraciones.