Los medios convencionales han dejado de ser la televisión, la prensa, o el mobiliario urbano. Hace tiempo que los blogs, Facebook o Twitter forman parte de cualquier plan de medios en una campaña de marketing.
La última que me ha llamado la atención es una campaña a la que he llegado a través de un anuncio de Spotify: Alejandro quiere volver a enamorar a su novia Julia, y para eso ha creado una lista compartida en Spotify.
Desde allí vamos al blog, gracias a una url bien escogida, fácil de recordar para escribir en el navegador nada más escuchas la cuña de Spotify: 30diasparaconquistarajulia.com
Y ya desde el blog podemos ir hacia todo el despliegue en redes sociales: la página de Facebook de 30 días para conquistar a Julia, la cuenta de Twitter de Alejandro…
Una campaña bien trabajada para promocionar el cambio del nuevo correo de Hotmail… salvo por una cosa. ¿Qué hay de la conversión?
La campaña está enfocada a hacer ruido, pero están desperdiciando bonitos momentos para llamar a la acción a los usuarios que aterrizan en esa página.
Lo perdiste, amigo. Ya he visto la campaña, ya he visto tu blog y tus vídeos de vimeo, incluso he echado un vistazo al twitter. Muy bien ¿y?
Olvidaste crear una buena landing que me lleve a un objetivo de conversión: probar el nuevo hotmail, registrarme, darme de alta en un boletín en el que mantendrías el contacto conmigo para después volver a engancharme…
Bye bye my friend. Me has perdido.