Los pundits se preguntan: «¿por qué la estúpida máquina de fax se resiste a morir cuando hay alternativas mucho más interesantes?» (más fuentes y reflexiones en el enlace).
La respuesta es francamente simple: porque la máquina de fax es simple. El fax es una tecnología antigua, tosca, pero robusta, normalizada en 1972, y cuyo estándar más extendido (14400 baudios) data de 1984. Hoy en día es una especie de commodity de baja tecnología. La máquina de fax es simple, sencilla y ubicua, y sabiendo usar una, sabes usar todas. Por eso es una interfaz brillante.
Pero, ¿qué alternativas existen actualmente a la máquina de fax? Un escáner conectado a un ordenador es lo más evidente. Sin embargo, esta solución implica una red, permisos, sistema operativo, software adicional, mantenimiento, antivirus, carpetas compartidas, drivers twain. El software que maneja el escáner es esotérico y está repleto de preguntas extrañas sobre formatos y acabados. No hay un estándar evidente, y cada fabricante tiene una utilidad diferente. Es demasiada infraestructura y eslabones en la cadena para algo tan sencillo como mandar un fax.
Se podría decir que se puede enviar por email un documento digital, pero no es eso lo que busca el usuario de fax. La validez jurídica que aporta el fax y la confirmación que proporciona son lo que realmente aportan a sus usuarios actuales. No hay un estándar de firma electrónica que realmente se extienda y que resulte cómodo. El estándar electrónico español, por ejemplo, no termina de ser adoptado por su complejidad de uso y su carácter paranoico. Las malas lenguas entendidas afirman que se debe a que la definición del estándar se dejó en manos de policías y tecnólogos (sin ánimo de ofender), de ministerios y de comisiones. Y esto último nos lleva a la razón por la que la casposa y pertinaz máquina de fax no se muere: porque es sencilla, porque aporta mayor confianza sobre la disponibilidad de ambos extremos de la comunicación, y porque sólo tiene once botones: 10 dígitos y el botón enviar. Enfrentarse a una multifunción es trivial: sólo hay que apartar la maleza de botones accesorios. Casi siempre el diseñador industrial que concibió la multifunción tuvo el tino de dejar la botonadura original del fax a parte y diferenciada. Porque cuando la necesitas (dos o tres veces al año) siempre está, y porque tu corresponsal también tiene un fax.
En la jerga del oficio esto se dice así:
No lo compliques, déjalo simple. Es decir: KISS, keep it simple, stupid. Por eso no se muere, porque le dieron el beso de la sencillez.
Ujue dice:
Sólo alguien como Sten es capaz de hacer un post delicioso partiendo de un tema tan poco atractivo como el fax 😉
Juan Giner dice:
Brillante!
Xabibi dice:
Plas plas plas plas!!!
Sublime!
Juan Pablo dice:
¡Ahí va! Si yo también tengo uno…
Gracias Sten