Es un lunes cualquiera. Cuatro bikonianos/as suben las escaleras de acceso a la oficina, y se encuentran con el cadáver de un compañero. Al lado, hay botellines de cerveza, paquetes de Amazon y un casco de bici. ¿Qué narices pasa aquí?
Así arrancó el XX Open de Biko el pasado viernes. Se trata de un día muy especial para nosotros, una jornada en la que nos dedicamos a compartir charlas, experiencias y preocupaciones. Un evento que solíamos disfrutar al 100% presencialmente, con amigos y clientes, pero que ya llevamos un par de ediciones celebrando de manera virtual, buscando fórmulas que funcionen y que no nos hagan sentir demasiada morriña. Y parece que esta vez hemos dado en el clavo. Te contamos por qué.
Una SPA, charlas interesantes y un misterio por resolver
Montar un tinglado como este no es sencillo. Para nada. De hecho, la edición anterior dimos un salto de calidad construyendo una SPA en casa y para los de casa.
Lo principal: nos regíamos por una agenda con los horarios de las charlas.
Entre charla y charla, lanzábamos unos videos donde se contaba la historia de cuatro bikonianos resolviendo el misterio de un asesinato (luego ahondaremos en esto). También aparecía en pantalla qué charlas había disponibles en el siguiente track y sus respectivos enlaces de acceso.
El contenido se lanzaba desde la aplicación gracias a unos ficheros automatizados que se servían a una hora concreta. Para evitar sustos, los precargábamos con un loader unos segundos antes. De esta manera, conseguíamos centrar la atención de todo el mundo en el mismo sitio a la misma hora. Es que había que saber quién era el asesino, joe.
Para acceder disponíamos del denominado “Openpass”: una aplicación para loguearte con tu cuenta de email que servía un código QR y un identificador para poder entrar a nuestra maravillosa página. Así evitábamos visitas “indeseadas”.
Como novedad esta edición, nos marcamos un dark mode y pusimos algún huevo de pascua. De hecho, si escribías “top”, “confeti” o alguna otra palabra secreta en el chat, la pantalla se llenaba de confetti.
Por lo demás, teníamos una sala pasillo a la que acudir si no te interesaba ninguna charla (gracias, regla de los dos pies), una sala para la retro y un enlace directo a la agenda para tenerla siempre a mano.
Top! (pues no, aquí no sale confetti) 😀
Se ha escrito (y se ha rodado) un crimen
Una de las mejores cosas de esta edición ha sido crear nuestro propio Cluedo. O más que un Cluedo, estaríamos delante de un cortometraje de novela negra. Pero casero 🙂
Se nos ocurrió que los vídeos que daban paso a las charlas tuvieran una narrativa continua, de tal forma que contaran una historia completa, con su planteamiento, nudo y desenlace. Así, la premisa era que cuatro bikonianos/as llegaban un lunes a la oficina y encontraban el cadáver de un compañero en el suelo. ¿El objetivo? Contar una historia haciendo referencias a anécdotas, rutinas de la oficina, etc. para que las nuevas incorporaciones conozcan un poco más a los/as bikonianos/as a través de sus “historias míticas” y recordar historias e historietas. Todo desde una perspectiva de mucho humor, con un punto también de humor negro.
Una de las mejores cosas que nos ha pasado ha sido hackear un palo de fregona para convertirlo en un micro de pértiga MUY casero:
Los actores y actrices se portaron de 10 y lo dieron todo.
Por ahora no vamos a compartir el cortometraje completo, pero oye, si nos lo pedís por privado y por un módico precio… somos todo oídos 😉
Un día donde cabe de todo
En cuanto a las charlas en sí, tuvimos tiempo para hablar del nuevo modelo de oficina que queremos, de clientes, dar charlas técnicas, otras sobre bienestar… de todo un poco. Incluso hubo espacio para contar algunas anécdotas que nos han ocurrido a lo largo de los años (algunas no confesadas hasta la fecha).
En la pausa para el almuerzo continuaron las sorpresas, porque cada bikoniano tenía en su casa una tote bag con fotos de los sospechosos para hacer sus pesquisas sobre el asesinato, una lupa y un surtido de comida healthy de lo más potente: kombucha, galletas, chips, frutos secos, chocolate…
Al acabar la jornada hicimos una retro y, para poner el broche de oro a la jornada, un buen video de tomas falsas del rodaje. Tras la pausa para la comida, quien quisiera, podía unirse por la tarde a un surtido de juegos online que iban desde la búsqueda del tesoro, hasta el Gartic Phone o Among us. Hemos descubierto a algún que otro Picasso frustrado.
No es un open más, pero es un open menos
Como reflexión de la jornada nos llevamos el gran orgullo de poder dedicar un día entero a algo así: reconectar, escuchar, aprender… Hemos dado el salto al online en modo experto y nos hemos acercado (más) los unos a los otros. Aunque eso sí: las ganas de estar cerca están ahí y eso no hay pantalla que lo pueda suplir al 100%.
Mientras recuperamos los eventos presenciales, nos quedamos con un buen sabor de boca (y de estómago) por mucho tiempo. Ojalá que el próximo Open podamos celebrarlo de manera presencial, porque hay muchísimas ganas.
Por cierto, ¿ya sabéis quién era el/la asesino/a? 🙂